LA
VIDA ES BELLA. HAY QUE SER VALIENTE.
Tenemos el deber
moral de reconocer que la vida no siempre es mala (salvo en casos muy
desafortunados y extremos , pero incluso éstos , creo, tienen solución ,
salvación).
La vida tiene
también muchos momentos buenos , bonitos , hermosos y agradables , y muy dignos
de ser vividos con intensidad , y luego recordados.
Ante el mal, los
inconvenientes y el sufrimiento, no hay NUNCA
que resignarse, sino que siempre hay que luchar, siempre hay que buscar una
solución, una alternativa favorable, que nos sirva para aliviarnos, para NO
SUFRIR MÁS, y para encontrar un camino en el que las cosas no nos vayan mal,
sino que nos vayan bien y mucho mejor.
Y ESA ALTERNATIVA, ESA SOLUCIÓN FAVORABLE Y AFORTUNADA, siempre, siempre, existe. Sólo hay que pararse a pensar, a analizar en profundidad la situación adversa, analizar todas las caras que presentan dicha situación y dicha realidad, y luego buscar las posibles soluciones (que siempre las hay, sólo hay que buscarlas) para que esa situación finalmente pueda resolverse favorablemente , y tenga un final feliz y bueno.
A las cosas de la vida, mientras nos sea dado, hay que cogerlas siempre por los cuernos, afrontarlas y solucionarlas, es decir, buscarles una salida siempre favorable. Y siempre es posible , siempre, incluso cuando estamos desesperados ó desesperanzados, y pensamos que el sol, nuestro sol particular, se ha escondido para siempre. Pero el sol, y esto debemos de saberlo siempre, SIEMPRE ACABA POR SALIR, POR REAPARECER, MÁS TARDE Ó MÁS TEMPRANO. La esperanza es lo último que se pierde, no hay que perderla nunca; mientras hay vida, hay esperanza; se dice , y HAY QUE HACERLO, HAY QUE HACERLO POSIBLE.
Y ESA ALTERNATIVA, ESA SOLUCIÓN FAVORABLE Y AFORTUNADA, siempre, siempre, existe. Sólo hay que pararse a pensar, a analizar en profundidad la situación adversa, analizar todas las caras que presentan dicha situación y dicha realidad, y luego buscar las posibles soluciones (que siempre las hay, sólo hay que buscarlas) para que esa situación finalmente pueda resolverse favorablemente , y tenga un final feliz y bueno.
A las cosas de la vida, mientras nos sea dado, hay que cogerlas siempre por los cuernos, afrontarlas y solucionarlas, es decir, buscarles una salida siempre favorable. Y siempre es posible , siempre, incluso cuando estamos desesperados ó desesperanzados, y pensamos que el sol, nuestro sol particular, se ha escondido para siempre. Pero el sol, y esto debemos de saberlo siempre, SIEMPRE ACABA POR SALIR, POR REAPARECER, MÁS TARDE Ó MÁS TEMPRANO. La esperanza es lo último que se pierde, no hay que perderla nunca; mientras hay vida, hay esperanza; se dice , y HAY QUE HACERLO, HAY QUE HACERLO POSIBLE.
Esta es nuestra
mayor obligación, y este es nuestro mayor deber moral; ser siempre nosotros
mismos (“sé el que eres”, “sé
tú mismo”, dijo Heidegger), y no permitir que nadie ni nada nos amargue
la alegría de vivir, nuestra alegría, nuestra esperanza, nuestro amor, nuestra
fe, nuestra felicidad, y nuestro valor personal y nuestra autoestima, es decir,
nuestro amor propio.
Porque solamente
en la medida en que nosotros mismos nos queramos, nos valoremos, y nos apreciemos,
y seamos nosotros mismos nuestros mejores amigos, sólo en la misma medida
seremos queridos, amados, valorados y acompañados.
“Conócete a ti mismo” (“nosce te ipsum” , en griego) , ponía
en los templos griegos de la antigüedad. Si no nos conocemos a nosotros mismos,
no podremos nunca querernos. Porque sólo se conoce a la perfección lo que se
ama, y sólo se ama a la perfección lo que se conoce.
Y hemos de
conocernos con veracidad, con verdad, con sinceridad, con un auténtico y
profundo esfuerzo de introspección personal. Sin mentirnos, y luego sin
falsearnos a nosotros mismos (cara a los demás). Una vez que nos conocemos, que
hemos averiguado de verdad quiénes somos, hemos de SERLO con valentía, con
valor, con dignidad, con amor propio, y con autenticidad.
Si no, seremos unos falsos, unos cobardes, y unos indignos.
Porque nadie que
no se ame y se conozca, será amado; nadie que no sea su propio mejor amigo,
será acompañado.
Para poder
permitirse el lujo de la generosidad,
hay que haber acumulado antes un caudal; para poder dar, hay primero
que tener,
que haber recibido. Quien no tiene, no puede dar, no puede ofrecer nada.
Luis Francisco Blas
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