Me levanto un jueves, como otro cualquiera habiendo
aprendido a normalizar la locura, huelo una orquídea de mi balcón y saludo a
Ignacio, mi vecino.
No intuyo nada anómalo, ni dentro de mí, ni a mi alrededor.
Me dispongo a desayunar un racimo de uva, me veo un episodio de anatomía de
Grey y me leo un párrafo de la
Biblia sobre Jonás. Después cargo la baca del coche y me
dirijo a Roma. ¡Me quedaré por el camino!.
J. B. H.
No hay comentarios:
Publicar un comentario