martes, 29 de octubre de 2013

LA MITOLOGÍA EN UN PRINCIPIO



LA MITOLOGÍA EN UN PRINCIPIO


          En    la    mitología    en   un   principio   (me   refiero    a   la    mitología    griega),  el    que    mandaba   en    el    Universo    era    Urano.  Este   se   unió   con   Gea    y    procreó    estirpes    monstruosas:   los    gigantes    hecatonquiros,  de   cien   brazos,  los    cíclopes,  y   los    titanes,  poderosos   y   feroces.
Urano,  en   un    intento   de   poner   orden    en    el    universo,  encadenó    a   los   cíclopes    y    a     los   gigantes    de   las   cien   manos    sumergiéndolos   en   el    Tártaro,  oscuro    lugar   de   castigo.
     Fue    entonces    cuando    otro   hijo    de    Urano,   Cronos,  atacó   al   padre,  lo   mutiló    después    de   haberlo    vencido    y    lo   encadenó.
      Desde   aquel   momento    Cronos    reinó    en    el    lugar    del    padre    y   fue   el    segundo    soberano    del    universo.
       Pero   el    Hado   había    establecido,  que    al    igual    que    Cronos    había    encadenado   al    padre,  un    hijo    suyo    debía    encadenarlo    a    él.


          Entonces cronos, quiso cambiar el destino, devorando a todos sus hijos. Así desaparecieron en sus fauces Deméter  hera, hades y Poseidón. Pero Rea, que era esposa de Cronos, cuando dio a luz un hijo hermosísimo (que era Zeus), tomó una piedra, que la envolvió en pañales, y se la dio a comer a Cronos. La diosa tomó en sus brazos a la criatura y se la llevó al monte Ida, en la isla de Creta. Allí fue donde s crió Zeus, el sumo dios, el futuro rey del Olimpo. El destino se estaba realizando

Apenas Zeus hubo crecido, y ya en posesión de todo su poder, Zeus se enfrentó con su padre (Cronos), y después de haberle hecho remitir a sus hermanos, lo desterró de cielo.

             Desde aquel momento reinó sobre el universo. Y quiso poner orden en él, y para eso encarceló en el tártaro a los dioses antiguos que ayudaron a cronos, y reunió a los demás en su corte celestial.
   Para   reforzar    su    posición    desposo    a    las    grandes     potencias     mediante    las    cuales    se   rige   la    suerte    del    universo:   Metis,   la   mente,  para   llegar   a   ser    sabio;  Temis,  la   justicia,  para   conseguir    ser   justo;   Mnemosina,  la   memoria.  Se   unió    también     a   Leto,  Demeter,  Hera    y    Maya,   y   de   todas   ellas   tuvo   hijos   divinos: Atenea,  Apolo,  Artemisa,  Persefone,  Hermes,  Ares,  Hefesto, las   gracias,  las   musas   e   infinidad   de   divinidades   menores.
          Zeus   hizo   el    dividir   el   universo    en    tres    grandes    reinos.  Reservó   para       el   del   cielo   y   de  la    tierra,   y   los   otros   dos,  el   del    mar   y   el   de   ultratumba    los   confió    a   sus   dos    hermanos    Poseidón    y    Hades.
          Poseidón,  el   rey   del   mar,  se   representa   con   barba    y   de   gigantesca    estatura,  armado   con   el    poderoso   tridente    con    el   cual    puede   provocar   las   tempestades    y    aplacarlas.
      Habita    en   las   profundidades de los abismos marinos, pero a veces emerge y recorre las superficies del agua en su carro arrastrado por delfines y acompañado por el cortejo de las nereidas y de los tritones. Poseidón es a veces terrible, y a veces benigno, voluble e inconstante, al igual que el mar que representa. Sin embargo, entre un pueblo de navegantes como el de los griegos, su culto no podía dejar de ser difundido y estimado. El caballo era sagrado para él y, según la leyenda, el mismo Poseidón había dado a los hombres este utilísimo animal.

          Zeus, Poseidón y Hades, eran por tanto los dioses más poderosos, pero también los otros fueron importantísimos. De entre todas las mujeres y diosas que desposó Zeus, la que encontramos a su lado más a menudo es Hera. No se trata de una divinidad bien definida y parece ser que su papel principal en la mitología fue el de representar a la mujer tradicional, con todas sus virtudes y defectos que tal condición importa. Las discusiones entre los cónyuges eran, por lo general, diavias, sus puntos de vista resultaban casi siempre opuestos y si Zeus, para imponerse, usaba de su autoridad, Hera tenía a su disposición armas más sutiles pero igualmente poderosas: el engaño y la astucia.

          Hera fue la reina del olimpo, pero la diosa más importante era Palas Atenea. Salida un día de la cabeza de Zeus, se convirtió en la diosa de prudencia y de la sabiduría. El mito la representaba como una diosa guerrera, armada con yelmo, coraza y escudo, lo cual significa que la sabiduría, para ser util, debe actuar en el mundo y estar perpectivamente en lucha con la ignorancia. Se le consagró el olivo, la planta más difundida del Atica, y además un ave, la cual, como la ciencia, ve a través de las tinieblas: la lechuza. La hermosísima. Y luminosa diosa del amor es Afrodita (Venus). La leyenda la hace nacer, en una mañana de primavera, de la espuma del mar. Cerca de la isla de Ateva. Su poder era inmenso: podía ofuscar la mente de los dioses y de los hombres, para lo cual le bastaba sencillamente encender en sus corazones el fuego del amor. Por el gusto que siempre tuvieron los griegos por los contrastes, asignaron como esposos de la bella Afrodita a dos dioses, uno rudo y torpe, y el otro poderoso pero despreciable. El primero se llama Hefesto (Vulcano), y es el dios del fuego. Pasaba su vida en las cavernas de los volcanes, en su fragua, donde ayudado por los gigantescos cíclopes, fundía y trabajaba los metales. Fue él  quien forjó el terrible rayo, el arma de Zeus, y quien, con la habilidad del más refinado orfebre, fabricó y adornó el escudo del héroe Aquiles.

          El otro consorte de Afrodita es Ares (Marte), dios de la guerra. Poco celebrado por los griegos, que fueron un pueblo fundamentalmente pacifico, tuvo honores y templos en la belicoso mundo romano. De cuerpo atlético siempre cubierto de armas, este dios truculento y feroz dominó los sangrientos campos de batalla, donde, sin descanso, inducía a los hombres a cometer estragos.

         Apolo es el apasionado y esplendoroso dios solar: a través del cielo conducía el encendido carro solar, que emana luz y calor por el universo. Ayudado por las nueve diosas hermanas, las musas, fue también el inspirador de los poetas y los músicos. Como el dios de todo lo que es perfecta y armónicamente bello, Apolo fue uno de los dioses mas venerados en Grecia: su culto estaba muy difundido por todas partes, pero el centro se hallaba en la pequeña ciudad de Delfos, donde, en su santuario consagrado a él , sus sacerdotisas podían revelar los misterios del futuro.

        Apolo es el dios del Sol. Su hermana Artemisa es la diosa de la Luna y también de la caza.

        Dios amado por los dioses y amigo de los hombres fue Hermes, hijo de Zeus y de maya. Astuto y arrojado como pocos, no se sabe con certeza de qué era un dios. Lo veneraban los pastores, los médicos, los abogados e incluso los ladrones. Un mito nos cuenta que robó un rebaño en perjuicio de Apolo; otro lo representaba como el inventor del más difundido de los instrumentos musicales griegos; la lira; pero también se dice de él que había dado a los hombres los dones de la alocrecencia y de la ciencia médica. Además el calzado alado de que estaba dotado hacía de él un veloz mensajero de los dioses del Olimpo. En los mitos que relataremos habremos de considerar también algunas de sus gestas. Se tratará de acciones buenas o malas, justas o injustas, incluso graciosas y grotescas, pero no olvidemos al leerlas, que detrás de estas leyendas hay una intención, burda o ingeniosa, de explicar fenómeno que la ciencia de entonces no sabia interpretar. 
PEDRO GINÉS RODRIGUEZ ALMENARA

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