LA NIÑA,
LA MADRE Y LA ABUELA
La niña al despertar se levantó y posó su
mano en el dintel de la ventana. Entraba mucha luz a la habitación, que era la
consecuencia del intenso sol que brillaba en el exterior. de pronto entró su
madre y uniéndose a ella en la ventana le hizo observar las hojas tan verdes
que tenía el árbol que crecía en el jardín.
La casa
era pequeña pero muy coqueta toda blanca y las ventanas y las puertas teñidas de azul. En
ella vivían las dos con un perro y su gato a los que querían mucho, una especie
de amor fuerte pero diferente al que sentía la una por la otra. El salón de
estar de la casa, se conectaba con la cocina. Cada animal tenía su cestita para
dormir y el cuenco de comida y de agua
eran los mismos para los dos, allí también la madre y la niña en su mesa redonda hacían
alguna de sus tareas diarias, y la niña estudiaba con lo que estaba a mano su
mochila del colegio, que contenía sus libros, un estuche de lápices, y borrador
y también llevaba un regalito que su padre le había hecho antes de morir, y en
el que siempre escribía sus pensamiento y las cosas importantes que le sucedían. La madre tenía sus cosas de
costura y con ellas trabajaba cuando las tareas de la casa se lo permitían.
Tenían allí también un pequeño televisor que suponía para ellos entretenimiento y también una
ventana al exterior. En este veían cosas tan variadas como películas de indios
y vaqueros, concursos y programas informativos como “el del primer astronauta
que piso la luna”.
En la
planta baja había incluso un baño y un recibidor. En este último estaban
sofocados en un perchero las chaquetas y los paraguas y debajo en el suelo las
botas que hacían falta para salir al jardín o para cuando llovía. Estaba
también la bicicleta de la niña que utilizaba para pasear o para hacer los
recados a su madre en las tiendas del pueblo. En la planta superior estaban las
habitaciones de ellas y otro baño.
El día que
era muy alegre se estropeo de pronto, se lleno todo el cielo de nubes negras,
relámpagos y una lluvia tremenda que dejo todo el jardín inundado. Este día
era el cumpleaños de la niña, la madre
le tenía preparados varios regalos y uno que le había enviado su abuela.
La madre le regalo, de la tienda que a la niña más le
gustaba un vestido veraniego y unas sandalias. Y su abuela le había enviado un
biquini azul con preciosas lunas blancas.
Aunque en
el lugar donde vivían el verano era frío, ellas se trasladaban a otro
continente para las vacaciones, el avión les llevaría allí donde el verano era lleno de luz y
brillaba el sol y las noches eran claras con el cielo lleno de estrellas y una
luna perfectamente visible.
PURA M. CASTILLO
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